domingo, 29 de enero de 2017

LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO


Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca.

Era el más pobre de la aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo:
-Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina; es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro.

El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral.
Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio. Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro.


¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo.
Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más rico de la comarca.
Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:“¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro”.
Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina.


A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este tonto aldeano malogró la fortuna que tenía.





FIN
Fábula atribuida a Esopo

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